sábado, noviembre 04, 2006

El gritón amigo de mangualy. Parte III

Luego de esos cuatro años de intensa formación profesional en el orione, bajo la vigilancia y tutoría de un sinfín de sacerdotes pedofílicos y delincuentes, cada uno de nosotros siguió su vocación. Yo decidí ser psicópata, algunos se inclinaron por la necrofilia, como el pollo, hormazabal en cambio, fue zoofilico, y otros a su vez ninfomanos, pirómanos, etc.
Mangualy siempre fue de una línea, lo de él era el sadomasoquismo, aptitud que mostró desde los 5 años, cuando jugábamos al “hoyito pata” y el se tragaba nuestros zapatos cuando recibía las patadas, las cuales eran bastanteas recurrentes, pues siempre se dejaba que lo hiciéramos de hoyito.
Para nosotros, estas patologías siempre fueron normales, pues convivíamos con ellas a diario, el rigor y el placer fue parte de nuestra vida cotidiana. Cuando nos insertamos en el mundo laboral, la sociedad no lo vio así, fuimos perseguidos y acusados de pervertidos y depravados, debo confesar que algunos en nuestras disciplinas no respetábamos ni a la familia y que hablar de los gansos de mangualy, de ellos sólo quedan las plumas.
A raíz de desarrollar nuestro arte, fuimos condenados y derivados a distintos recintos reformatorios (entiéndase psiquiátricos), mi condena fue por largos 5 años, y creo que los demás también.
Pasó todo ese tiempo y ya era un ser apto para la sociedad. Al salir lo primero que hice fue llamar a Mangualy, para hacer un asado en su pieza. Nos comunicamos con los demás cabros y quedó todo pactado, haríamos nuestro primer asado ahora que ya éramos seres rehabilitados.
Yo llegué temprano para preparar la pieza de mangualy, adorne con luces estrodoscopicas, puse cortinas rosadas y llevé una maquina de humo, todo esto al ritmo de village people y boy george, mientras Mangualy se masturbaba viendo el “film zone”, como lo hace todos los días. De a uno comenzaron a llegar y a las doce ya estábamos todos, comimos algo y bebimos bastantes. Como ahora, éramos normales, decidimos ir a buscar una minita por ahí, una para los siete que estábamos reunidos, esto demostraba que de verdad ya estábamos rehabilitados. Dimos muchas vueltas por las calles de santiago y las mujeres cuando nos veían arrancaban, fueron tres largas horas de búsqueda y nada, pensamos en guatón Pancho, pero se había ido al cajón del Maipo con Bueno.
Decepcionados y tristes llegamos a la pieza de Mangualy, nos mirábamos y sólo los grillos hablaban, en ese momento yo sólo quería llorar, de pronto hormazabal (zoofilico) salio con la genial idea y dijo: “y si nos culiamos un gato”, todos nos levantamos y aprobamos su idea, yo estaba tan eufórico y argumenté que podríamos culiarlo, cortarle la cabeza y luego comerlo, pollo que era el necrofilico dijo que primero lo degolláramos, tajeáramos su guata, de a uno quitar sus órganos interiores y una vez que estuviera bien muerto lo culiabamos. Gatica, el pirómano, dijo que luego de todo esto lo quemáramos junto con la pieza de mangualy y todos nosotros adentro, éramos weones, pero no tanto, así que no lo consideramos. Todos aportaban ideas tan novedosas, como comérselo mientras lo culiabamos, meterse el gato por la raja, en fin cosas que antes hacíamos con normalididad. Mangualy estaba un tanto ansioso y no hablaba, estaba en una esquina y escuchaba nuestras palabras, mientras se chupaba la tula (las clases de karate le han entregado la elasticidad necesaria), yo notaba como caía su saliva, estaba con el kino 5000, y ya sabemos que para él, esto es un problema, sólo es cosa de recordar que la vez que estuvo igual se comió a la mina más fea de chile.
Tomé la palabra, miré a Mangualy y dije: “Que te gustaría hacer con el gato Mangua”, a lo que el sólo atinó a responder: “Miau”.
Desde ese día, su nombre para nosotros cambio, primero en la época escolar fue desforme, luego adolescentes Mangualy, pero ahora que somos unos hombres hechos y derechos todos le decimos Miaugualy. Creo que no es necesario contar todo lo que hicimos con él ese día.


Tu amigo verdadero Cuyi